Defensor Supremo

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(31 DE JULIO, 2023) Por J. Jesús Esquivel.

 

Defensor Supremo

 

Washington – ¿Dónde están y qué pasó en Iguala, Guerrero, con los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en septiembre de 2014? Para saberlo tendrían que rendir cuentas Enrique Peña Nieto y el general Salvador Cienfuegos Zepeda. Ambos, como presidente y secretario de la Defensa Nacional (Sedena) en 2014, deben tener información que puede coadyuvar a esclarecer ese ‘crimen de Estado’. Sin embargo, el actual Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente Andrés Manuel López Obrador, no los toca ni con el pétalo de una mañanera.

La historia reciente de nuestro país demuestra que, de lo que hace la tropa se entera puntualmente y con precisión el titular de la Sedena. Cienfuegos Zepeda tuvo que recibir un informe de sus subalternos de lo ocurrido aquella noche del horror de septiembre en Iguala.

AMLO ha hecho cosas buenas y se le deben reconocer. Prometió resolver el crimen de Estado de Iguala y al concluir su sexenio veremos si lo logra. El caso es el gran pendiente en sus responsabilidades y promesas. Por eso, no tendría por qué defender a ultranza a los militares.

Cuando AMLO era oposición y aspirante a la presidencia, la ONU, la OEA y las organizaciones internacionales que defienden los derechos humanos, emitieron condenas severas a casos notorios y grotescos de violaciones contra mexicanos cometidas por las fuerzas armadas.

El actual presidente no solo aplaudió aquellas denuncias, sino que con autoridad moral y verdad las usó para denostar la corrupción e impunidad en los sexenios de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto.

Hoy que AMLO tiene la investidura que tuvieron a quienes con toda razón amonestó, condena como una conspiración internacional para desestabilizar a su gobierno y a la democracia mexicana a las expresiones de la ONU y la OEA, ésta, a través del sexto informe del GIEI, y de los defensores de derechos humanos tildándolos de ser monigotes de Claudio X. González.

Como tecleador mexicano en Estados Unidos me ha tocado durante más de tres décadas cubrir en Washington y Nueva York a la OEA y a la ONU. Ambas organizaciones multilaterales son marionetas de los intereses políticos de las potencias mundiales. Pero hay que reconocer que lo rescatable de la ONU son sus labores globales en defensa de los derechos humanos y programas de combate a la pobreza y hambruna.

La OEA, como organización interamericana vigilante de la democracia, tendría que desaparecer. Hace lo que Estados Unidos decide, pero antes de hacerla polvo habría que extirparle a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). De este órgano jurídico surgió el GIEI y gracias a éste se pudo desmoronar la mentira histórica de Jesús Murillo Karam, el cansado Procurador General de Justicia de Peña Nieto.

Con riesgo de que me excomulguen mis padrinos, los hijos del Averno, y de que me achicharre el sagrado Chamuco, pienso que AMLO le achaca a X. González mucho poder, importancia e influencia que no tiene. Señor presidente, usted está más sólido que las pirámides del Sol y de la Luna. ¿De verdad cree, presidente, que hay una conspiración mundial en su contra o contra nuestro país por el hecho de que el GIEI puso por escrito en su informe lo que los familiares de los normalistas y la mayoría de los mexicanos pensamos y sospechamos?: que las fuerzas armadas ocultan la verdad de lo ocurrido con los 43 de Ayotzinapa.

Si Peña Nieto está en España gozando de las mieles de la corrupción y saqueo al país es porque usted, señor presidente, no lo quiso investigar. También fue usted quien salvó al soldado Cienfuegos Zepeda del sistema judicial de Estados Unidos que lo acusó de narcotráfico y ahora, bajo su protección, es un exmilitar de élite intocable, razón por la que Alejandro Gertz Manero, el Fiscal General, no tiene lo que hace falta para por lo menos llamarlo a declarar sobre el caso de los 43.

Como instituciones, la Sedena y la Semar son pilares del país. La tropa y los marinos obedecen sin chistar las órdenes de sus jefes.

La aplicación de la justicia y exigencias de los familiares de los 43 respaldadas por las investigaciones y conclusiones del GIEI, no implican socavar a la Sedena y a la Semar. Usted, presidente, como defensor supremo de los verdes y los azules, hace más mella a la reputación de esas instituciones marciales al no dar espacio ni siquiera a la duda.

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