Reiteraciones

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(17 DE ABRIL, 2023) Por J. Jesús Esquivel.

 

Reiteraciones

 

 

Washington – Luego de las descalificaciones que hizo contra este tecleador hace una semana el presidente Andrés Manuel López Obrador en su mañanera, y que por ello me llovieran amenazas y agresiones, haré algunas reiteraciones y que cada quien crea lo que quiera, y si quieren.

No, nunca escribí, ni me inventé, ni dije nada sobre la reunión que AMLO sostuvo en Nueva York con padres y familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de la Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, porque ni siquiera estuve presente en dicho encuentro.

Desde que era titular de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), en el sexenio de Vicente Fox y luego, con mucha mayor razón y énfasis cuando Felipe Calderón lo hace secretario de Seguridad Pública, he tecleado sobre los nexos de Genaro García Luna con el narcotráfico y especialmente con la fracción de los hermanos Beltrán Leyva. Tan es así, y las pruebas están para quienes quieran verlas, mi trabajo es público, que fui el primer tecleador que en 2009, citando a Tony Placido, en ese entonces el jefe de Operaciones de Inteligencia de la DEA, dije que en esa dependencia federal estadunidense hipócrita ya sabían de los lazos del amigo, asesor, confidente, mano derecha y secretario de Seguridad Pública de Calderón con el narcotráfico.

Esta columna no es para hacer notar ni resaltar lo que he tecleado a lo largo de ya varios lustros persiguiendo la nota, pero como dirían mis padrinos, los Hijos del Averno y el Chamuco, para no ponerme a pelear con Sansón a las patadas es mejor hacer una corta travesía en pretérito.

El mote de “Sexenio de la Muerte” al de Felipe Calderón se lo puse yo. Desde antes de que sus cuates de la DEA lo detuvieran en Dallas, Texas, en diciembre de 2019, nunca desistí de hacer notar la conexión delincuencial entre los narcos con García Luna y la de sus subalternos de esa Secretaría de Seguridad Pública. Enfaticé, siempre, que era imposible que pese a su desmemoria por el bacachá, Calderón no supiera que su amigo y asesor era narco. Es más, fue a su servidor a quien en entrevista, la exembajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson, le declaró que Calderón sí sabía de la conexión de García Luna y el Cártel de Sinaloa. Tal vez Calderón como el Tío Lolo, se hacía penitente sólo. Desde que sus traicioneros amigos de la DEA lo pusieran tras las rejas nunca -e insisto, están como prueba las huellas de mis teclas en el papel- dejé de reportar todos los procedimientos aunque burocráticos de la preparación del juicio contra García Luna.

En la Corte federal del Distrito Este en Brooklyn, Nueva York, estuve presente en todas y cada una de las audiencias del proceso judicial desde la selección del jurado hasta el veredicto de culpabilidad en contra de García Luna de todos los cargos que le imputó el gobierno de Estados Unidos y asistiré a la sesión de sentencia.

En pleno Sexenio de la Muerte de Calderón, informé de la creación en secreto de la Oficina Binacional de Inteligencia (OBI), bajo la excusa de la Iniciativa Mérida. Por medio de la OBI Calderón les concedió a todas las dependencias de inteligencia gringas, a la CIA, al Pentágono, al FBI, a la DEA y demás, licencia para espiar con libertad en el país y luego, para taparle el ojo al macho, García Luna se inventó lo de su Búnker.

Nunca he sido tecleador de escritorio como me tildan tras las molestias del Preciso por la publicación de mi libro: A sus órdenes, mi general; puede, quien quiera revisar las huellas de mis teclas. He recorrido para recabar información toda la frontera entre México y Estados Unidos y por ambos lados del Río Bravo para exponer la problemática del trasiego de drogas, lavado de dinero, crisis migratoria y el tráfico de armas que llegan de los mercados gringos para empoderar a los narcos mexicanos.

En el interior de México lo he hecho por igual. Sobre la infiltración de la DEA, fue su servilleta quien denunció que estaban no solamente metidos hasta la cocina, sino hasta la cama de la PGR con Marisela Morales como titular de esa desaparecida dependencia a quien Enrique Peña Nieto, ya como presidente, envió como cónsul a Milán, Italia.

En el Sexenio de Corrupción del Copetón de Atlacomulco, por mis teclas se conoció que agentes de la DEA, de la CIA y de los U.S. Marshall vestidos con el uniforme de la Marina de México, fueron quienes en Mazatlán, Sinaloa, detuvieron a Joaquín “El Chapo” Guzmán, información que, en su momento, el secretario de Gobernación de aquel entonces, Miguel Ángel Osorio Chong, desmintió y que luego durante el juicio contra El Chapo en Nueva York se corroboró hasta en video.

Me boinas pa’ los calvos, porque ya me pasé de tinta, pero no sin antes también reiterar que durante el juicio contra García Luna, algunos de los reportes surgidos de mis teclas y publicados en la revista Proceso, fueron, por lo menos, mencionados como elemento de prueba de los fiscales para acusar de narcotraficante a Genaro García Luna.

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