Imprecisiones del preciso

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(04 DE JULIO, 2022) Por J. Jesús Esquivel.

 

Imprecisiones del preciso

 

Washington – El caso judicial en Estados Unidos de Genaro García Luna -amigo, asesor, confidente, mano derecha y secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón-, es tan polémico y una de las evidencias más fehacientes de la narco corrupción en México de los últimos años, que las pasiones que genera pecan de imprecisiones.

A nivel periodístico se nos queman las habas de que García Luna -operador del Cártel de Sinaloa dentro del Sexenio de la Muerte de Calderón- sea sometido a juicio en la Corte Federal del Distrito Este en Brooklyn, Nueva York, y que no llegue a un arreglo con el Departamento de Justicia y se quite el uniforme de reo y se unte el de testigo cooperante.

El juicio de García Luna es la tapa de una cloaca fenomenal de corruptos de cuello blanco y uniforme verde olivo que nos revelaría las razones del encubrimiento que hubo en la presidencia de Calderón para con el Cártel de Sinaloa y por ende a todos sus capos.

Gracias al juicio por narcotráfico en esa Corte en Brooklyn en contra de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, nos enteramos por vez primera y públicamente que el también jefe de la Agencia Federal de Investigaciones en el sexenio del olvido de Vicente Fox recibía millones de dólares por proteger y pasar información al Cártel de Sinaloa.

En un juicio por narcotráfico contra García Luna saldrían más nombres de coludidos con el narco que mentiras de la boca de un político.

Uno de los que aparentemente está más interesado en que se conozca toda la verdad que se esconde detrás del uniforme de delincuente que porta García Luna en el Centro de Detención Metropolitano de Nueva York, es el presidente Andrés Manuel López Obrador.

El pasado jueves 30 de junio, AMLO en la mañanera de ese día declaró que se tiene que determinar hacia dónde se destinó el dinero que, de acuerdo a lo surgido en el juicio contra “El Chapo” en Brooklyn, le pagaron a García Luna los narcotraficantes. Pero al expresar este deseo, AMLO, como es tu costumbre, lanzó un dardo venenoso en contra de los medios de comunicación nacionales.

“Por más que lo traten de tapar aquí, porque casi no hablan del tema. En el Reforma tienen un mes -estoy hablando al tanteo, pero no me equivoco porque los conozco bien, debe tener como un mes que no tratan el asunto-, pero un reportaje, no. ¿En qué medios en México? Pues Proceso ya lo veo difícil; La Jornada, sí, creo que sí puede; Contralínea, sí. Pero hagan la investigación y vamos a ponerlo aquí, es que eso ayuda”, denunció en su protesta el preciso en Palacio Nacional.

Lo que evidencia AMLO en su declaración, me parece, son dos cosas. Primero, que Reforma es su lectura de cabecera y al que, un día sí y otro también, critica en las mañaneras e indirectamente le hace una publicidad que los dueños de ese diario le agradecen infinitamente. Segundo, que no lee a otros medios -y no es que me interese que lea la revista Proceso, de la cual soy corresponsal en Washington-, AMLO está equivocado y emitir un juicio con el estómago sin los pelos de la burra en la mano puede implicar un pecado.

No me dejarán mentir mis padrinos Los Hijos del Averno y el mismísimo Chamuco, pero si hay alguien que lleva años que de manera constante, aguda, precisa, exclusiva e hiriente para posibles revolcados por el dinero del narco, como podrían ser los subalternos y exjefe de García Luna, ese es justamente su servilleta y tecleador.

Tampoco se trata de vanagloria ni autoflagelo ante el látigo de las palabras salidas desde el foro de Palacio Nacional. No, no es nada de eso. En esta columna, que agradezco a los meros meros de El Chamuco me permitan publicar cada lunes, he dado cuenta del caso judicial en Estados Unidos de García Luna y sobre sus fechorías cometidas cuando era funcionario del gabinete de Fox y de Calderón.

Ni pido que el presidente López Obrador me lea -mis textos y los de compañeros del semanario en el que trabajo desmentirían lo dicho por el presidente sobre el supuesto silencio que él percibe-. La obligación de los reporteros y los medios de comunicación para con la sociedad es cuestionar al poder, sea quien sea el que lo ostente, para que rinda cuentas a los ciudadanos que pagamos sus sueldos.

Lapidar sin fundamentos no es válido en ningún lado, menos en Palacio Nacional. Pedir no cuesta nada y me gustaría que Elizabeth García Vilchis, y en defensa del derecho a réplica, en su sección “Quién es quién en las mentiras de la semana”, diera cuenta de las imprecisiones del preciso. Insisto; pedir no cuesta nada, aunque pueda ser pecado. ¡Chin, otra vez me pasé de líneas en este espacio!

Que me perdonen en el Averno y los hijos de la antesala de los pecados.

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