Culto a las armas

COMPARTA ESTE ARTÍCULO
Tiempo de lectura: 3 minutos

(17 DE ENERO, 2022) Por J. Jesús Esquivel.

Washington – De las decenas de miles de mexicanas y mexicanos asesinados con armas de fuego como ramificación de la violencia generada por el narcotráfico y el crimen organizado, un alto porcentaje de corresponsabilidad recae sobre el mercado de armas estadunidense.

No hablo de absolución a los gobiernos de México; al de Felipe Calderón que con su guerra militarizada contra el narco abrió la compuerta de la presa de sangre que nos ahoga, ni al de Enrique Peña Nieto dedicado a saquear al país, tampoco al de abrazos y no balazos de Andrés Manuel López Obrador que no da los resultados prometidos. Estos tres sexenios deben ser juzgados en su magnitud por la sociedad por el hecho de que han sido tiempos de mucho trajín en panteones y terrenos baldíos donde se siguen encontrando las narcofosas y el horror.

Las armas, el culto a las armas en Estados Unidos y la facilidad con que se venden, han forrado de rifles y pistolas de alto poder a todos los cárteles del narcotráfico gracias al mercado negro por el que circulan. Insólito resulta para cualquier ciudadano de otro país descubrir que la cultura de las armas en Estados Unidos se refleja con hechos como este: que hay padres de familia que optan por comprar un arma de fuego por encima de llenar la alacena de alimentos para dar de comer a sus hijos.

No, Entre calaveras y diablitos no exagera; siempre con los pelos de la burra en la mano damos sustento a lo que exponemos. La suma de armerías o expendios de armamento que hay disponibles al público estadunidense entre los 50 estados, un distrito y territorios de su nación es de 133 mil 716. Esta cifra no sale de la chistera de esta columna ahijada de El Chamuco y los hijos del averno, es una estadística oficial actualizada del gobierno de Joe Biden.

El Buró de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) dependiente del Departamento del Tesoro estadunidense, es la fuente oficial que se encargó de contar el total de tiendas de armas de todo tipo, disponibles para los poco más de 331 millones de habitantes en los Estados Unidos. Y eso no es todo, no, señoras, señores, señoritas y señoritos. Va otro dato oficial arrancado de las entrañas de ATF: el monto anualizado que calcula esta dependencia gringa sobre el tráfico ilegal de armas de fuego de Estados Unidos a México es de por lo menos 250 millones de dólares en ganancias para las empresas que las fabrican.

El gobierno de López Obrador, en agosto de 2021, demandó a 8 empresas estadunidenses fabricantes de armas de fuego ante una Corte Federal en el estado de Massachusetts, acusándolas de negligencia por corresponsabilidad en los miles de homicidios que se comenten y registran en México. Vamos de nuevo con los datos oficiales de ATF: entre las 8 empresas impugnadas por México en Estados Unidos se embolsan por lo menos 170 millones de dólares al año por la venta de sus pistolas, rifles y municiones que por el tráfico ilegal de armamento empoderan a los cárteles mexicanos, al crimen organizado y otros delincuentes.

 

 

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) -que a través de un equipo de abogados se lanzó contra los 8 armeros al norte del Río Bravo- a ojo de buen cubero, calcula que cada año cruzan ilegalmente a México procedentes de Estados Unidos entre 500 mil y 800 mil armas de fuego.

En reparación a los familiares de mexicanas y mexicanos asesinados con armas estadunidenses traficadas de manera ilícita, la SRE exige una compensación de 15 mil millones dólares. Un pellizquito de billetes verdes para la poderosa e intocable industria de la guerra y la muerte de los Estados Unidos.

Ahora, los tres despachos de abogados que en la demanda representan a México en Massachusetts, nos cuesta un millón de dólares al año que sale de nuestros impuestos; nada es gratis.

Con tantas armerías en Estados Unidos suena lógico que sea más fácil encontrar un rifle semiautomático calibre 50 o una pistola calibre 9 milímetros debajo de la cama de cualquier casa que un paquete de pan en la alacena. Bendita sea la famosa segunda enmienda que permite a los estadunidenses comprar, portar y usar cualquier tipo de armas de fuego. Maldita la hora en que este mismo decreto constitucional gringo permite tanta impunidad y muerte en México.

Entre tantas armas de fuego y las cantidades ya incalculables de drogas que circulan y se consumen en Estados Unidos, la dicotomía que esto significa se explica con dos palabras: desolación y muerte.

 


*J. Jesús Esquivel es periodista, escritor, editor y productor mexicano. Actualmente es corresponsal en Washington de Proceso y colaborador de Aristegui Noticias.

COMPARTA ESTE ARTÍCULO

Entradas relacionadas