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(13 DE MAYO, 2025).-Al fondo de un sendero perdido cercano a campos de flores y sembradíos, un viejo se levanta a cultivar flores, haciendo pequeñas pausas para cebarse un mate. El viejo continuamente era visitado por líderes y curiosos de todo el mundo con el objetivo de sacarle alguna palabra que les hiciera levantar el ánimo o fijar la mirada.
En la mitología mesoamericana, la sabiduría es representada por un fuego robusto pero lento, más viejo que el mismo sol, el cual es custodiado por un anciano alegre, Huehuetéotl. José Alberto Mujica Cordano, mejor conocido como Pepe Mujica, tal vez fue ese anciano que resguardó la sensatez en un mundo cada vez más cegado por una hiperfagia individualista síntoma del capitalismo.
No por nada, la búsqueda de su palabra siempre fue ansiada no solo para América Latina, sino para el mundo entero. Y es que, a pesar de que todos saben qué es lo correcto, pocos se atreven a hacerlo, y eso fue lo que se le reconoce a Pepe.
Sin embargo, su figura cobró relevancia fuera del pequeño país del Uruguay cuando el 22 de noviembre de 2009 Mujica se volvió presidente. El camino no fue fácil; su niñez fue principalmente protagonizada solo por el acompañamiento de su madre, ya que, con tan solo seis años, Pepe perdió su padre.
En 1956, a sus 21 años, José Mujica comenzó sus primeros pasos en la política al militar en el Partido Nacional; posteriormente, en 1962, abandonaría el partido para participar en la Unión Popular, una alianza política entre el Partido Socialista del Uruguay y un pequeño grupo llamado Nuevas Bases.
Pero uno de sus momentos que lo marcaron más profundamente fue cuando en 1964 se integró al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un movimiento guerrillero de extrema izquierda que buscaba reivindicar el movimiento independentista que se vivió en la época colonial en contra de los españoles en Río de la Planta.
Durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco, de 1967 a 1972, se ilegalizaron los partidos políticos de izquierda, inició la persecución y la censura a la prensa escrita, como el diario “Época”, dirigido por Eduardo Galeano, y el semanario socialista “El Sol”. Además, implementó un gobierno caracterizado por un “autoritarismo civil”, lo que provocó intensas movilizaciones sociales, estudiantiles y fuertes enfrentamientos en donde Pepe Mujica recibió seis balazos y fue detenido en cuatro ocasiones.
Mujica pasó quince años de su vida en prisión, siendo su último periodo el más largo, entre 1972 y 1985, de los cuales once años permaneció en total aislamiento.
Por fortuna, la democracia llegó al Uruguay, y Mujica salió beneficiado de una amnistía de delitos políticos, comunes y militares.
A pesar de vivir duras condiciones durante quince años, la voluntad del uruguayo no se apagó y pocos años después de su liberación colaboró en la creación del partido del Movimiento de Participación Popular (MPP) que se integró con el partido del Frente Amplio. Como militante de este movimiento, fue elegido en 1999 como diputado por Montevideo; sin embargo, la vida parlamentaria lo hizo sentirse como “un florero”. Posteriormente, ese mismo año fue elegido senador y en 2005, ya con el Frente Amplio como la principal fuerza política y vuelto al gobierno, Pepe Mujica fue designado como ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca.
En 2008, abandonó el puesto de ministro y regresó a la vida parlamentaria como senador, pero su trayectoria ya estaba acompañada por una simpatía entre la población, ya que supo recoger el descontento de la gente y llevarlo al ámbito de gobierno y parlamentario. Así fue como comenzó a perfilarse hacia la presidencia, y para comenzar su campaña interna, con una motito y un megáfono comenzó a visitar las calles del Uruguay.
Finalmente, el 28 de junio de 2008, resultó elegido como candidato único a la presidencia por el Frente Amplio y el 22 de noviembre de 2009, venció a Luis Alberto Lacalle en una segunda vuelta electoral con un porcentaje mayor al 52% de los votos emitidos.
Al final de sus días, se dedicó a cultivar flores, a trabajar la tierra y pronunciar palabras sensatas de justicia, mesura e igualdad. Hoy es recordado por su incansable lucha en contra de la represión y la censura; es recordado por su filosofía que evocaba la sencillez y amor por la vida y las cosas vivas; la cooperación, la justicia por los más vulnerables y, sobre todo, vivir sin contradicciones, coherente y solidario.
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