Portada: MRE Uruguay
(09 DE DICIEMBRE, 2024).-Tras más de dos décadas de negociaciones, Mercosur y la Unión Europea (UE) anunciaron un acuerdo comercial que podría dar lugar a una de las mayores zonas de libre comercio del mundo, abarcando a más de 700 millones de habitantes.
El anuncio, realizado en Montevideo, contó con la participación de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y los mandatarios de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, los cuatro países fundadores del bloque sudamericano.
El acuerdo busca eliminar aranceles en el 70% de los productos exportables del Mercosur y facilitar el intercambio comercial con Europa, especialmente en sectores como maquinaria, farmacéuticos y productos agropecuarios.
Sin embargo, el consenso logrado enfrenta numerosos retos antes de su entrada en vigor, entre ellos el proceso de ratificación por parte de los parlamentos de ambos bloques y las críticas provenientes de Europa y Sudamérica.
Dentro del Mercosur se evidenciaron las tensiones con el presidente argentino, Javier Milei, quien calificó al bloque como “una prisión“ que debe ser reformada para permitir mayor flexibilidad y autonomía comercial.
Milei ha prometido durante su presidencia explorar nuevas vías para que los países miembros puedan entablar acuerdos bilaterales independientes.
Por su parte, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, defendió la integración regional, argumentando que “un Mercosur fuerte y unido es clave para conectarse con América del Sur y abordar los grandes desafíos globales“. Lula también destacó que el acuerdo preserva intereses estratégicos en compras gubernamentales para implementar políticas en áreas como salud y tecnología.
En Europa, el acuerdo enfrenta la oposición de varios países, entre ellos Francia, Italia, Polonia, Austria y Países Bajos. El presidente francés, Emmanuel Macron, calificó el tratado como “inaceptable en su estado actual“ y reafirmó su compromiso con la soberanía agrícola. Francia también señaló preocupaciones ambientales y sociales, criticando la falta de restricciones más estrictas contra la deforestación y el uso de semillas transgénicas en Sudamérica.
En contraste, España y Alemania apoyaron firmemente el tratado, con el presidente español Pedro Sánchez calificándolo de “histórico” y una oportunidad para fortalecer la prosperidad de ambas regiones.
El documento ahora debe ser traducido, revisado legalmente y aprobado por los países miembros de ambos bloques, un proceso que podría tomar de 18 a 24 meses.
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