(12 DE AGOSTO, 2024) Por J. Jesús Esquivel.
Kalimana
Washington – Con el ingreso de Kamala Harris en la contienda presidencial de Estados Unidos, el proceso electoral de ese país se ha vuelto más interesante e impredecible.
El partido demócrata no solo rejuveneció con la vicepresidenta como candidata, sino que sacudió a la estructura republicana y puso en estado de desesperación a Donald Trump, su abanderado presidencial.
Nada en la vida está cantado, como dicen mis padrinos, los hijos del Averno, cuando en el último segundo arrastran almas dizque pulcras a las fauces del Averno para placer del sagradísimo Chamuco.
Trump ya se sentía de nuevo presidente de los Estados Unidos y seguramente lo iba a ser si Joe Biden no se hubiera bajado de su macho para abrirle las puertas a Harris.
En la perorata electoral de Trump y JD Vance, su candidato a la vicepresidencia, se palpa cierto tufo a nerviosismo y desesperación. La dupla republicana ya no sabe cómo descalificar a Harris.
Los calificativos racistas que Trump ha usado para criticar a la candidata presidencial demócrata no le están funcionando. El uso de un lenguaje peyorativo por parte de Vance contra la vicepresidenta, tampoco.
Harris, además, tuvo un gran acierto en materia electoral al elegir a Tim Walz, el gobernador del estado de Minnesota, como candidato al puesto que ella actualmente ostenta en el Poder Ejecutivo.
Con Walz como compañero de fórmula para enfrentar a Trump y a Vance, los jóvenes, una parte importante de las mujeres y los llamados electores independientes se han mostrado tendientes a participar en las elecciones presidenciales del martes 5 de noviembre y a votar por los demócratas; como han mostrado las encuestas más recientes llevadas a cabo por diferentes medios de comunicación de los Estados Unidos.
El debate entre Harris y Trump pactado para el 10 de septiembre, con la salvedad de llevar a cabo otro más y el que sostendrán Vance y Walz, tiene la posibilidad de ser un catalizador definitivo para ambos partidos en la disputa por la Casa Blanca.
Al más puro estilo de la historieta de Kalimán, la Kalimana de los demócratas, con serenidad y paciencia, escogió muy bien sus cartas para llegar a la Convención Nacional de su partido a realizarse del 19 al 22 de agosto en Chicago, Illinois, y postrarse como la heroína que puede evitar el caótico ridículo de que Estados Unidos, otra vez, ponga en la Oficina Oval a un facho racista y ególatra que además piensa que puede gobernar a todo el mundo.
Esos comicios del martes 5 de noviembre bien podrían emular a los de noviembre de 2020. Es decir, que la victoria se la anote el partido demócrata por ser una decisión electoral en contra de Trump y no necesariamente una a favor de la Kalimana y su pequeño Solín.