El convicto

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(03 DE JUNIO, 2024) Por J. Jesús Esquivel.

 

El convicto

 

 

Washington – Entre la sociedad estadunidense que goza de presumir que tiene la democracia más pujante y envidiable del mundo, la anormalidad se está volviendo la regla.

Hace 8 años, los estadunidenses eligieron a Donald Trump como su presidente y luego de ser testigos y padecer durante 4 años las estupideces del mandatario, volvieron a votar para corregir el error.

La semana pasada y por unanimidad, un jurado civil en Nueva York declaró a Trump culpable de 34 cargos en un juicio criminal por falsificar documentos contables para ocultar el pago de 130 mil dólares a Stormy Daniels, la actriz del cine pornográfico que en 2016 amenazaba con ensuciar la campaña presidencial del magnate, revelando la relación sexual que tuvo con él en 2006.

Revisando la biografía de Trump, hasta la persona más ingenua tiene certeza de que el expresidente es una madeja de falsedades y un hombre acostumbrado a burlarse de la ley y manipular con dinero a la gente.

Pero como dicen mis padrinos, los hijos del Averno, cuando alimentan al Chamuco con almas hipócritas, a cada santo le llega su fiesta; y era cuestión de tiempo para que Trump se convirtiera en un convicto.

En un país normal con una sociedad demandante de sus derechos civiles, un criminal como Trump no tendría cabida en la boleta electoral.

Hace 8 años, Estados Unidos perdió la poca autoridad moral que le quedaba cuando eligió a Trump como su presidente. Cierto, luego corrigió el mal paso, aunque, el que por su culpa es buey hasta la coyunda lame, dicen por ahí los grandes sabios.

Ironías de la vida, los gringos que tanto critican a México en materia electoral porque el PRI y el PAN nos dejaron la huella indeleble de los fraudes electorales, se han quedado con los ojos cuadrados porque los mexicanos dimos el gran paso este domingo 2 de junio al elegir por primera vez en nuestra historia a una mujer, Claudia Sheinbaum, como titular del Poder Ejecutivo.

Ojo, no estoy dando por hecho que Trump será el ganador de las elecciones presidenciales del martes 5 de noviembre en gringolandia, expongo las incongruencias democráticas de una nación en la que un criminal puede competir por la presidencia y en donde ese convicto aun estando en prisión si gana los comicios, se puede autoindultar sus crímenes para ejercer el poder.

Esperemos que como hizo hace 4 años, la sociedad estadunidense que por ahora se mantiene al margen de la grilla, salga a votar para evitar nuevamente el ridículo y mantener a Trump en el lugar que le corresponde.

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