Pintando raya

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(19 DE MARZO, 2024) Por J. Jesús Esquivel.

Pintando raya

 

Washington – El presidente Andrés Manuel López Obrador ya pintó su raya. Hace unos días dijo que él y su gobierno no intervendrán ni a favor ni en contra de Joe Biden y Donald Trump, en su segundo enfrentamiento por la presidencia de Estados Unidos.

Hace bien AMLO en no interferir en el proceso electoral de gringolandia, pero ¿acaso no había prometido hace unos meses que le pediría a los mexicanos o estadunidenses de origen mexicano que votaran en contra del candidato presidencial de Estados Unidos que atacara a México y a los mexicanos, valga la redundancia?

De entre Biden y Trump, está perfectamente claro quién es más enemigo de México y los mexicanos.

No se trata de ponerle el cascabel al gato, como decentemente dirían mis padrinos, los hijos del Averno para gozo del sagradísimo Chamuco cuando andan de busca pleitos. Sin embargo, AMLO aquí no cumple

con su palabra. Tampoco es que seamos tan inocentes como para tomar como decreto las palabras de un político; en la estirpe grilla todos mienten e incumplen sus promesas.

Trump desayuna, almuerza, come y cena la diatriba en contra de México y los mexicanos. Ahora ya como candidato presidencial por el partido republicano y desde antes, Trump no cesa en prometerle a los electores de su país que si lo ayudan con su voto a derrotar a Biden en las elecciones del martes 5 de noviembre, lanzará las redadas más grandes de la historia para capturar y deportar a todos los inmigrantes indocumentados que desde hace décadas y muy recientemente, viven y trabajan en Estados Unidos.

Hablamos de por lo menos 11 millones de inmigrantes indocumentados mexicanos que ya se asentaron en gringolandia y que incluso tienen hijas e hijos, nietas o nietos ciudadanos estadunidenses por nacimiento.

Trump no se siente satisfecho con esto, promete por igual militarizar la frontera con México, continuar con la construcción de la muralla limítrofe, invadir nuestro territorio con sus soldados y hasta lanzar misiles para eliminar de la faz de la tierra a los cárteles del narcotráfico. No hemos terminado, apenas vamos calentando motores.

Otro argumento de Trump es que somos los mexicanos veneno para la sangre de su país, porque como lo dijo hace 8 años cuando AMLO hasta le dedicó todo un libro para compararlo con Hitler; ¿recuerdan, Oye, Trump?: “los mexicanos son criminales, narcos y violadores”.

Otra promesa electoral de Trump es quitarle por decreto presidencial la ciudadanía estadunidense a los mexicanos naturalizados estadunidenses. A nuestro país, Trump asegura le impondrá aranceles comerciales porque así le place, amén de cerrar la frontera sur del país para detener a las exportaciones mexicanas.

Nada de lo que parafraseamos de Trump es nuevo. Es su cantaleta diaria desde que Biden le ganó la Casa Blanca en noviembre de 2020. Sorprendentemente y por encima de los insultos y amenazas a México y a los mexicanos, AMLO lo sigue considerando su amigo.

Si ahora nuestro presidente no se quiere meter con el proceso electoral de Estados Unidos, la duda quedará sobre si lo hace para evitar interferencias de los gringos en nuestras elecciones presidenciales o para no perjudicar a su amigo, el pelos color de zanahoria.

El 1 de octubre, Claudia Sheinbaum empezará a gobernar y antes, el 2 de junio, oficialmente se encumbrará como presidenta electa.

Es cuestión de unos cuantos meses para saber si ella también pintará su raya sobre las elecciones presidenciales gringas. Trump no cambiará; seguirá agudizando sus ataques a México y a los mexicanos.

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