No hay riña

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(27 DE NOVIEMBRE, 2023) Por J. Jesús Esquivel.

 

No hay riña

 

 

Washington – La semana pasada en la Casa Blanca un colega estadunidense me preguntó si la contienda presidencial de México en 2024 iba a ser tan reñida como se anticipa será la de Estados Unidos.

– No hay riña. Me atrevo a decir que Claudia Sheinbaum es prácticamente ya la presidenta electa de mi país, le conteste.

– ¿No hay oposición?, inquirió el colega.

– Técnicamente no, le respondí.

Con la venia del sagrado Chamuco y de mis padrinos, los hijos del Averno, aclaro a los lectores de Entre calaveras y diablitos que como tecleador me mantengo al margen de las y los candidatos a La Grande. La imparcialidad es la gran responsabilidad de este bendito oficio.

Ahora bien, no necesito ser oráculo para entender la realidad política y electoral de México en estos momentos. La popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador no es el manto sagrado ni nada por el estilo para bendecir a Sheinbaum como candidata presidencial de Morena y como segura vencedora en las urnas el domingo 2 de junio de 2024. No hay riña porque no hay competencia electoral para Sheinbaum.

Xóchitl Gálvez no tiene el talante y endosada por el PAN, PRD y PRI simplemente no es opción para borrar la sombra de corrupción que arrastran los partidos políticos a los que representará en los comicios.

Samuel García es un chiste como abanderado de cualquier afiliación política y su realidad se deduce en ficción.

Sheinbaum no es la candidata ideal y aunque su impopularidad en la Ciudad de México como jefa de gobierno llevó a la derrota de Morena en 9 delegaciones, sus contrincantes no le verán ni el polvo.

A nivel nacional, la mayoría de la población que comulga con AMLO y la 4T le es suficiente a Sheinbaum, y aunque tal vez en la capital del país su candidatura tendrá una que otra abolladura, vencerá con las manos en la cintura a los improvisados de Gálvez y García.

En resumen, lo tecleado en los renglones anteriores fue la explicación que le di al colega estadunidense que tiene ganas de cubrir la elección mexicana. Me hizo un par de preguntas más y me aseguró que entendía el punto. Debo decir que me sorprendió gratamente la ausencia de la palabra fraude en los cuestionamientos del colega.

En todas, sí, todas las elecciones presidenciales de México que cargo a cuestas desde que me dedicó al tecleo -es decir, de 1988 a la fecha- los colegas de gringolandia que me buscaron para conversar sobre las contiendas electorales por La Grande, como aderezo a sus observaciones hablaron siempre en pretérito y futuro sobre fraude. Nuestra democracia es más saludable, ni duda cabe.

Sangre, manifestaciones y millones y millones de pesos en los bolsillos de los políticos y exgobernantes nos ha costado avanzar tanto electoralmente para diluir, más no eliminar la manipulación de las urnas. Grave error cometería Morena y Sheinbaum en siquiera pensar en meter mano. Insisto, el arroz del 2 de junio de 2024 ya está cocido.

Irónico y ridículo sería que al ver su realidad ese domingo, Gálvez se rasgue las vestiduras argumentando fraude. Sus partidos, PAN y PRI, -este último en 1988 guiado por Manuel Bartlett- pueden dar cátedra de cómo meter mano a las urnas en cualquier tipo de elección. García no importa lo que argumente; es un chiste político y electoral

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