Por: J. Jesús Esquivel.
Caso pendiente
Washington – Se llama Eduardo Medina Mora, ¿lo recuerdan? Yo también. Alejandro Gertz Manero, el Fiscal General de la República (FGR), ya no.
Para los de memoria corta, Medina Mora fue Procurador General de la República en el Sexenio de la Muerte de Felipe Calderón, embajador en Washington en el de Corrupción de Enrique Peña Nieto quien, luego, inexplicablemente lo hizo miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Medina Mora, el olvidado por Gertz Manero, tiene un “historial más largo” en sexenios pasados, pero no hace falta escarbar tanto para sacar a relucir la cola que arrastra. Créanme, en el Averno el bendecido Chamuco ya puso a chambear a mis padrinos para garantizarle su nicho. El olvido de Gertz Manero al que hago referencia no es cualquier cosa.
Regresemos un poquito la cinta a los inicios de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Estando sentado Medina Mora sobre la silla de magistrado que le quedaba muy grande, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) le abrió un proceso de investigación.
Se quería averiguar si los dineros ganados con el sudor de los favores políticos con los que fue bautizado Medina Mora podrían ayudar a desmarañar la trama de saqueo al erario a lo largo y ancho del sexenio del Copetón de Atlacomulco hoy asentado a todo lujo en España
¡La terca memoria, siempre la terca memoria que tanto odian los políticos! AMLO, en el arranque de sus mañaneras en Palacio Nacional, no una, sino muchas veces, mencionó a Medina Mora en relación con la Operación Rápido y Furioso. Sí, esa en la que unos “inocentes” agentes gringos de la ATF ayudaron a traficantes de armas de Estados Unidos a venderle todo un arsenal al Cártel de Sinaloa.
Según los imberbes agentes de gringolandia, lo hicieron porque pensaban que con Rápido y Furioso iban a parar el trasiego de armas de Estados Unidos a México que hoy implica el ingreso ilícito a nuestro país de más de 200 mil pistolas y rifles cada año.
Medina Mora era el Procurador General cuando se hizo Rápido y Furioso en Arizona. El desaparecido sabe y tiene que saber el trasfondo de lo que en su momento se enteró al respecto Calderón.
¡Carajo!, si nos enteramos de dicho operativo fue porque con esas armas traficadas con la “buena intención de los de ATF” mataron a un federal estadunidense. ¿Y qué?, ¿nuestros muertos valen madre? ¿Los enterramos y punto? En una mañanera del arranque del actual sexenio, AMLO nos dio a conocer con bombo y platillo que la UIF había destapado una cloaca en las cuentas bancarias de Medina Mora. Esa era pieza clave para conocer lo que parece un imparable almacén de casos de corrupción copetonista.
Debemos agregar que, al mismo tiempo, el presidente López Obrador no quitaba el dedo del renglón en destacar que a Medina Mora la toga de ministro le quedaba larga. Y justo, este argumento fue el escaparate que necesitaba Medina Mora, quien también fue representante diplomático de nuestro país en Inglaterra. Toda una fichita.
De repente, el Calderonista y Peñanietista renunció a la SCJN en reacción a la pesquisa de la UIF. El caso era grave, de ahí que se anunciara que la FGR dirigida por Gertz Manero se haría cargo de la investigación.
Una muy buena fuente que estuvo profunda y detalladamente involucrada en la investigación a Media Mora, contó a este tecleador que el expediente del exministro está tan bien archivado en la FGR que hasta las telarañas escurren a lo largo y ancho del impoluto escritorio del fiscal Gertz Manero.
Habrá que enviar un plumero a la FGR. La misma fuente sostiene que con lo que descubrió la UIF, antes de pasarle el caso al Gertz Manero, hay suficiente material para encontrar respuestas a casos diferentes de beneficiados con nuestro dinero en el gobierno del Copetón e intocable expresidente. Palabra pecadora que los tentáculos de la corrupción en la presidencia de Peña Nieto eran inmensamente largos. Si no me creen, pregunten a Emilio Lozoya Austin o a Rosario Robles Berlanga.
Si regresara la memoria por bendición del Chamuco a Gertz Manero, es posible que del sombrero del fiscal, como hacía Beto el Boticario, salga bailando una rata que al ritmo de la flauta de Hamelin (sin albur) que podría llevarnos a entender qué fue lo que supo y sabe Calderón de Rápido y Furioso y de paso hasta el narcotraficante Genaro García Luna.