(24 DE ABRIL, 2023) Por J. Jesús Esquivel.
Matanzas en EE.UU.
Washington.- La constancia de cualquier cosa deja de ser noticia y en Estados Unidos las matanzas cotidianas lo han dejado de ser. Ya no es nota de primera plana que en cierta ciudad o población de cualquiera de los 50 estados de ese país, el gran acceso a las armas de fuego sea la causa diaria del homicidio de por lo menos cuatro personas.
Como a nosotros los mexicanos Felipe Calderón nos acostumbró a los muertos en su Sexenio de la Muerte, en Estados Unidos la renuencia del Capitolio para aprobar una ley que prohíba la venta de armas semiautomáticas ya acostumbró a los estadunidenses a las matanzas.
Es muy lamentable, en cualquier país del mundo, que la sociedad se vuelva insensible ante la pérdida de vida de seres humanos. Si lo vemos a través de la lupa del psicoanálisis, la causa es la ausencia de acciones gubernamentales frente a la inseguridad y violencia.
La simple palabra “matanza” recoge insensibilidad ante el dolor ajeno. Pareciera que al Congreso Federal de Estados Unidos no le importa que con las armas de fuego semiautomáticas cualquier persona, drogada o con problemas mentales, asesine a sangre fría a menores de edad.
Las escuelas han dejado de ser centros de educación para convertirse en lugares potenciales de masacres. No es broma, es un hecho. Sigue siendo inconcebible que para ingresar a un colegio de educación preescolar o de primaria, los estudiantes, personal docente y demás, deban pasar por debajo de un detector de metales para evitar que se lleguen a colar armas de fuego. Cierren los ojos e imagínenselo. ¡De miedo!, ¡tétrico! Increíble, pero real. Y en el Capitolio no pasa nada.
Es cantaleta de todos los días -porque todos los días en algún lugar de los Estados Unidos ocurre una matanza- que en la Casa Blanca la portavoz de Joe Biden, Karine Jean Pierre, haga un llamado a los republicanos del Congreso para aprobar una legislación que prohíba la venta de armas semiautomáticas. A Jean Pierre, por intereses político-electorales, se le olvida hacer la misma exigencia a los demócratas.
Seamos realistas. En la antesala de las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, ni republicanos ni demócratas van a aprobar una medida para suspender la venta de rifles y pistolas semiautomáticas.
En campaña, Biden, Donald Trump o Ron DeSantis, como potenciales candidatos a la Casa Blanca, van a hablar de que trabajarán con el Congreso y cambiarán la normalidad anormal de las masacres, matanzas o asesinatos masivos de todos los días.
En esto el chiste es ganar votos. Todo político al llegar al poder se olvida de promesas, compromisos y demandas de la sociedad. Esa es la ralea de los políticos y si no me creen, pongan el dedo sobre un mapamundi y luego del lugar elegido, al azar revisen quien lo gobierna y averigüen qué promesa incumplió la fulana o fulano de tal luego de ganar una contienda electoral.
Dirían mis padrinos, los Hijos del Averno y parafraseando al Chamuco: de políticos y corruptos se nutren las flamas del infierno.
Fue en 2004, sí, hace ya casi dos décadas, cuando en Estados Unidos expiró la última ley que prohibió la venta de armas semiautomáticas. Son muchos los seres humanos que desde entonces a la fecha han muerto por la indiferencia e indolencia de demócratas y republicanos tanto del Capitolio como de la Casa Blanca.
Este hecho nos debería dejar en claro que no van a ningún lado las exigencias de México al poder legislativo y ejecutivo estadunidense de que ayuden a detener el tráfico de armas que corre de norte a sur y que empodera al crimen organizado.
No por eso Palacio Nacional debe quedarse callado, aclaro. La realidad de la muerte en Estados Unidos y en México relacionada con las armas estadunidenses y al narcotráfico rebasa cualquier sensibilidad humana.
A la industria de las armas de los Estados Unidos, de la que republicanos y demócratas ordeñan miles de millones de dólares para financiar sus campañas, ni le importa ni mira la bitácora de muertes que provoca todos los días en los dos países que comparten una frontera de horrores y tragedias humanas. No por eso tenemos que aventar la toalla, la lucha tiene que seguir. Todo tiene un límite. ¿Cuál será el número de muertos en una matanza que logre cambiar las leyes de la venta de armas semiautomáticas en Estados Unidos? Se me enchina la piel nada más de pensar en una cifra de tres números.