(13 DE FEBRERO, 2023) Por J. Jesús Esquivel.
La DEA, mucho ruido y pocas nueces
Brooklyn, N.Y. – Desprestigiada desde hace décadas en México por su fracaso e hipocresía en el combate al narcotráfico, la DEA se ha quedado sin argumentos ni credibilidad por el juicio a Genaro García Luna.
Acusado de 4 delitos de conspiración internacional en colusión con el Cártel de Sinaloa para trasegar cocaína a los Estados Unidos, García Luna no ha sido expuesto con pruebas fehacientes de lo que por años lo tiznaron sus amigos y aliados de la DEA, quienes durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, lo aplaudieron y apapacharon.
Eran los años de 2008 y 2009, época del apogeo del narcotráfico y reguero de sangre por todo el país en el sexenio de Calderón, cuando los 54 agentes que tiene la DEA asignados a México comenzaban con frecuencia a denunciar ante sus supervisores en Washington la supuesta colusión de García Luna con el Cártel de Sinaloa.
Los reportes de los agentes de la DEA en México que llegaban a Washington hablaban de que García Luna, el amigo, asesor, confidente,
mano derecha y secretario de Seguridad Pública de Calderón, les jugaba chueco a ellos y a los mexicanos porque estaba comprado por el Cártel de Sinaloa y recibía dinero de los jefes de esa organización delictiva.
Voluble hasta en sus alianzas, según la DEA, García Luna lo mismo estaba a las órdenes de Ismael, “El Mayo” Zambada García, Joaquín, “El Chapo” Guzmán Loera, Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”, que de Ignacio, “Nacho” Coronel, los hermanos Amado y Vicente Carrillo Fuentes y de los otros también hermanos, Arturo, “El Barbas”, Alfredo, “El Mochomo”, y Héctor, “El Elegante” Beltrán Leyva.
En 2009 este tecleador entrevistó en la capital estadunidense a Tony Placido, entonces jefe de operaciones de inteligencia de la DEA (hoy ya jubilado), quien sin tapujos expuso que tenían información de que con dólares de los verdes, los capos sinaloenses mangoneaban a García Luna. Placido fue el primer jefe de la DEA que públicamente, durante el sexenio de Calderón, embarró a García Luna con el narcotráfico.
Mi entrevista con Placido provocó sarna a la entonces presidencia de México y en consecuencia el calderonismo se me fue encima. Con el permiso de mis padrinos, los hijos del Averno, y la bendición del patrón del mal, don Chamuco, quiero también recordar que en mi libro, La DEA en México, doy cuenta de que los agentes gringos asignados a nuestro
país usan los dólares procedentes de la venta de drogas para reclutar informantes, personeros y criminales que se traicionan entre ellos y que dan atole con el dedo a los policías extranjeros.
No tengo la menor duda, esto es una percepción mía como tecleador y testigo en el juicio por narcotráfico contra García Luna ante la Corte en Brooklyn, Nueva York, de que el confidente de Calderón tiene los bolsillos embarrados de tizne.
Es cierto, los narcos mienten y declaran por conveniencia lo que los fiscales estadunidenses y los agentes de la DEA quieren oír para incriminar a García Luna, pero su narrativa de la narco corrupción en México, especialmente entre funcionarios públicos a cualquier nivel, no escapa de lo que todo mexicano sabemos; que es real y existe.
No voy a hacer vaticinios del posible desenlace del juicio en Brooklyn, sólo el Chamuco sabe a quién achicharrará en su caldero dentro de muy poco. De lo que sí estoy también completamente seguro es de que después de más de tres años de que la DEA presumía tener montañas de evidencias para refundir en el tambo a García Luna, hasta el momento de teclear la última letra de este despacho de Entre calaveras y diablitos, no había entregado a la Corte en Brooklyn una sola que fuera irrebatible para su causa ni para sostener sus acusaciones.
Como los narcos traicioneros y carentes de credibilidad que se han presentado a testificar ante el juez Brian Cogan y el jurado en el juicio contra García Luna, los agentes de la DEA se han ido desportillando con sus mitos porque a ojo de buen cubero, frase etílica favorita de Calderón, lo único que tienen es su palabra contra la del exsecretario de Seguridad Pública y ambos, y de esto también estoy absolutamente seguro, se han quedado sin credibilidad. Aunque, la verdad sea dicha, los agentes de la DEA que operan en México nunca la han tenido. Para prueba un botón. A narcos y asesinos como Sergio Villarreal Barragán, “El Grande” ya le perdonaron sus pecados y lo tienen entre algodones y viviendo entre los estadunidenses y para colmo, hasta chamba le han conseguido.