Una (o dos) historias de aviones

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(10 DE ENERO 2023) Por Violeta Vázquez Rojas Maldonado. 

 

Una (o dos) historias de aviones

 

 

Hay un mundo en el que el anfitrión de la Cumbre de Líderes de América del Norte fue desairado por sus colegas Joe Biden y Justin Trudeau, que decidieron ignorar la petición del presidente mexicano de que aterrizaran en el Aeropuerto Felipe Ángeles y, en lugar de eso, llegaron a la Ciudad de México por el Aeropuerto Internacional Benito Juárez. Ese mundo, felizmente, no es el que habitamos en el momento actual, sino el que habitan, en su delirio permanente, los adversarios de López Obrador.

En el mundo real, en cambio, las cosas sucedieron conforme a las reglas de la diplomacia: el anfitrión pide ese favor y explica someramente las motivaciones como “una cuestión política”. Los dos invitados acceden, tal vez sin enterarse cabalmente al principio de las razones, pero las entienden bien una vez que les son explicadas. El presidente mexicano, en un gesto de reciprocidad, recibe a los invitados al pie de su avión. A Biden lo acompaña, a bordo de su vehículo blindado La Bestia, hasta el hotel donde dormirá en Polanco. A Justin Trudeau y a Sophie Grégoire los recibe junto con Beatriz Gutiérrez Müller, quien le entrega a Grégoire un ramo de flores.

Quien conoce la historia del AIFA sabe que, más allá de ser una obra de infraestructura, es un símbolo de dos insignias de este gobierno: la austeridad republicana y la lucha contra la corrupción. A esto se añade que en la polémica desatada alrededor de la inauguración de este aeropuerto en 2022, quienes criticaban su viabilidad e incluso vaticinaban que nunca se concluiría, revelaron sus motivaciones profundamente prejuiciosas, patentes en los motes de “central avionera”, “Soriana”, “mercado de abastos” y los cientos de burlas que dedicaron a la obra y el evento de inauguración: recordemos, para no ir más lejos, el escándalo que provocó que unas mujeres se animaran a vender sus doraditas con nopales a la concurrencia que buscaba algo de comer. Por eso en la batalla discursiva alrededor del AIFA también resuenan ecos de la lucha contra el racismo y el clasismo. Así, cualquiera que entienda el contexto de la creación del AIFA, desde la decisión ciudadana por la que se canceló el aeropuerto de Texcoco, hasta las muestras de desprecio que abundan sobre la obra, entienden el enorme mensaje político que implica el que los mandatarios estadounidense y canadiense hayan aceptado aterrizar en él.

Entre la gente que entiende esto están, desde luego, los periodistas. ¿Qué motivará a alguien como Dolia Estévez a hacer predicciones tan tajantes como infundadas cuando advierte: “Con base en los datos duros que he publicado en este espacio sobre la inferioridad y los riesgos del Aeropuerto Felipe Ángeles, mi conclusión es que Air Force One no aterrizará en ese aeropuerto. Según pude saber, nunca fue opción para el Servicio Secreto, responsable del AF1”? ¿No habrá sentido temor, aunque sea un poco, ante la posibilidad de estar equivocada? Estévez no sólo se equivocó, sino que nunca reconoció su error. Una vez que los hechos la desmintieron, se ufanó en decir que, aunque Biden hubiera aceptado de última hora aterrizar en el AIFA, esto no cambia el hecho de que se le considere un “aeropuerto complementario” que “no cumple estándares mínimos de aviación civil”. También describió el trayecto del AIFA a Polanco como un camino lleno de baches y finalmente anunció -todo haría suponer que con alivio- que el gesto diplomático de Biden le alcanzó para la llegada, mas no para el regreso, pues despegaría este martes de vuelta a su país desde el AICM.

El Financiero, por cierto, publica un encabezado engañoso a este respecto: “Joe Biden en México: avión presidencial de EU aterriza en el AICM”. El enunciado no es falso, pues la propia nota lo aclara unas líneas abajo: “Tras aterrizar en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) la noche del domingo 8 de enero, el avión Air Force One, en el que viajaba el presidente Joe Biden, se trasladó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM)”. ¿Qué se intenta, entonces, con el fraseo de ese encabezado? Dado todo el contexto que hemos detallado sobre la importancia política del AIFA y la petición del anfitrión, ¿la nota realmente es que el Air Force One se dirigió de Tecámac al AICM? ¿No era de mayor importancia la noticia de dónde aterrizó Biden en primer lugar? Quienes toman esas decisiones editoriales saben bien que mucha gente no lee más allá del encabezado, y que asume no sólo que es verdadero (como lo es en este caso), sino relevante (cosa que en este caso no es).

La cumbre trilateral está sucediendo al tiempo que escribo estas líneas. Es difícil adivinar qué acuerdos podrán tomar los mandatarios, más allá de coincidir en generalidades. Por lo pronto, en el encuentro bilateral entre AMLO y Biden ante la prensa, López Obrador insistió en su propuesta de integrar económicamente al continente americano, y Biden la desechó de manera discreta pero firme. Beatriz Gutiérrez Müller y Jill Biden dirigieron antes un mensaje conjunto en el que hablaban de que la pobreza no es un destino, sino producto de la desigualdad, y destacaron el papel del amor y de la familia como “la institución más confiable” o, en la versión de Gutiérrez Müller, “la institución más importante de seguridad social”. En todo momento, la relación entre los invitados y los anfitriones se nota amable, digna, como un encuentro de soberanías y no, como quisieran los opositores, como esas relaciones que era común ver antes, con presidentes mexicanos achicados que no sabían corresponder un saludo o tenían hasta que buscarse su propio lugar en la foto. Es incomprensible el deseo de algunos de ver al presidente de su propio país humillado y desdeñado, incluso a costa de la dignidad del pueblo que representa, y que este deseo les lleve a distorsionar la realidad y comunicar predicciones erradas con tal de sentir el alivio momentáneo de imaginarlas reales. Somos afortunados de no vivir en el mundo donde los opositores dicen que vivimos.

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