(26 DE DICIEMBRE, 2022) Por J. Jesús Esquivel.
Regalo para Trump
Washington – Un año y medio le tomó al Comité Selecto formado en la Cámara de Representantes del Congreso federal de los Estados Unidos determinar lo que a todo el mundo se le hizo lógico desde que ocurrió el incidente: fue Donald Trump “la persona” que incitó y provocó el famoso asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.
Los 18 meses que se tomaron los legisladores republicanos y demócratas para en 154 páginas emitir un fallo y las recomendaciones al Departamento de Justicia para actuar en consecuencia contra Trump, enmarcan el debido proceso y la delicadeza que implica investigar un caso de tal envergadura que involucra a un expresidente.
Es muy fácil y tentador lanzar acusaciones sin fundamentos. La presunción de inocencia en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial estadunidenses son derecho inalterable de todos; sí, hasta de alguien de la calaña de Trump.
Concluida la minuciosa investigación, el Comité recomendó a Merrick Garland, el procurador general de justicia, que impute a Trump por 4 delitos criminales y federales, entre estos dos; defraudar a los Estados Unidos y violar a la Constitución para impedir la transición pacífica de poderes, cargos que implican una sentencia de hasta 20 años de cárcel.
Garland nombró recientemente a Jack Smith como fiscal especial para investigar a Trump por el asalto al Capitolio. Smith goza de una total independencia y autonomía de su jefe para tomar cartas en el asunto y tiene la encomienda de incluir entre sus actividades todo lo que el Comité Selecto ya averiguó.
Ahora bien, ante la posibilidad de que a Trump no se le acuse formalmente de los delitos federales, los legisladores agregaron otra petición al Departamento de Justicia con mayor viabilidad de materializarse en un castigo para el exmandatario: inhabilitarlo de por vida para competir por cualquier puesto de elección popular.
Hace unas semanas. Trump anunció que buscaría nuevamente ser candidato para los comicios presidenciales de Estados Unidos que se llevarán a cabo el 5 de noviembre de 2024.
Las acciones de vetarlo, más que aplicar la justicia por lo ocurrido en el Congreso federal de Estados Unidos el 6 de enero de 2021, sería para el expresidente la ruina total. Con un ego y narcisismo tan grande como el de Trump, el impedimento lo colocaría en los libros de la historia como la peste que se evitó con una vacuna constitucional.
En el Averno y por edicto inalterable del gran Chamuco, Trump tiene asegurado su lugar. Lo que la egolatría indecorosa del expresidente con pelos color zanahoria no aceptaría, es pasar a los libros de la historia de su país como el apestado y lastre democrático. Un experimento y fenómeno de la suerte electoral y hartazgo de los votantes de su país con los políticos y partidos tradicionales. Pero, las elecciones sirven por igual para corregir y, con el derecho al sufragio, los electores corrigieron.
Ver tras las rejas a Trump es para algunos un castigo muy merecido, aunque difícilmente ocurrirá.
Borrarlo del plano nacional y electoral de los Estados Unidos es un regalo para la sociedad de ese país y para el mismo exmandatario que se siente inmaculadamente intocable.
Obvio que hay millones de personas que lo idolatran, que lo consideran amigo y ejemplo. Cada quien con sus ideales y ejemplos de vida a seguir, como dirían mis padrinos los hijos del Averno a quienes les mando un abrazo fraternal de fiestas decembrinas por permitir la existencia y respeto a este espacio semanal, Entre calaveras y diablitos.
Le toca al fiscal Smith vestirse de Santa Claus y meterse por la chimenea de la mansión de Mar a Lago del magnate para entregarle su regalo adecuado y merecido al exmandatario.
Mientras tanto, los peregrinos que siguieron el mandato y consejo de Trump de allanar el Capitolio para magnificarlo como presidente con reclamos falsos de fraude electoral, siguen siendo sentenciados a pasar varios años en la cárcel, lo cual no ocurrirá con su ídolo oropel.