Incongruencia

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(23 DE OCTUBRE, 2022) Por J. Jesús Esquivel.

 

Incongruencia

 

Washington – La reciente petición al juez Brian Cogan de la Corte Federal del Distrito Este en Brooklyn, Nueva York, por parte de la defensa de Genaro García Luna, me recordó la incongruencia de exfuncionarios del gobierno de Estados Unidos que dicen querer a México. 

César de Castro, el abogado de oficio y representante legal de García Luna, el cerebro, amigo, mano derecha, confidente y Secretario de Seguridad Pública en el sexenio de la muerte de Felipe Calderón, solicitó a Cogan que exigiera al Departamento de Justicia estadunidense presentar todos los documentos que recogieran la interacción de su cliente desde la época de Vicente Fox hasta 2012, con todos los representantes del poder político de Washington de esos años, como Barack Obama y Hillary Clinton, entre otros muchos. La estrategia de la defensa de García Luna es sencilla: mostrarle al juez Cogan que su cliente no es narcotraficante, como lo acusa el Departamento de Justicia, ya que de haberlo sido, jamás la crema y nata de Washington se hubiese atrevido siquiera a juntarse con él.

Aguanten a las carnitas, rezaría El Chamuco ante la ansiedad de los que añoramos ver en su cazo de cobre, a quienes regaron de sangre las veredas, caminos y calles de pueblos y ciudades de México. Desde diciembre de 2019, cuando la DEA arrestó a García Luna acusándolo de ser un narco ligado al Cártel de Sinaloa (desde que fue funcionario de Fox hasta poco antes de ser capturado), en varias ocasiones he preguntado a quienes fueron funcionarios del gobierno federal estadunidense por qué nunca lo denunciaron antes si sabían que estaba metido con el narcotráfico. Regla de la incongruencia e hipocresía de los exfuncionarios estadunidenses. Al oír mi cuestionamiento exigen parar la grabadora para hablar off the record. La perorata con la que justifican lo que siempre según ellos sabían expone sus dos caras: teníamos que trabajar con él, no podíamos hacer nada, fue designado por el presidente de México; la DEA no tenía las pruebas, eran rumores en esos momentos.  Lo grave de todo esto, me parece, es que los más de diez exfuncionarios del gobierno gringo que he entrevistado sobre el caso García Luna y que por años trabajaron con él, aseguran que “quieren y aprecian a nuestro país y a nosotros los mexicanos”.

Respetando a la ética y en cumplimiento de las reglas del periodismo, me reservo el nombre de la exfuncionaria del Departamento de Estado a quien este tecleador considera una de las mayores hipócritas que he entrevistado. “Lo que te puedo decir sobre García Luna”, comenzó diciéndome on the record, “es que Calderón sí sabía que su Secretario de Seguridad Pública estaba metido en el narcotráfico”. Le pedí una prueba y fue ahí cuando se escudó en el off the record y me la dio. Lo que me contó, que no puedo citar por las reglas del periodismo y la ética que implica, pondría a temblar a muchos y especialmente a quien hizo a García Luna encargado de su guerra contra el narcotráfico.

A esa funcionaria le pregunté si algún día se atrevería a contarlo sin tapujos. Recuerdo bien, hizo una pausa y luego respondió que tal vez lo haría en un futuro, pero inmediatamente reculó. Argumentó que por el amor que tiene por México y los mexicanos nunca lo hará. ¿Para qué carajos queremos amores hipócritas? Si nos apreciaran, no se quedarían callados; nos ayudarían a hacer todo lo necesario para hacer justicia y meter al bote a aquellos que tienen las manos llenas de sangre por las decenas de miles de víctimas de la violencia que gente como Calderón y García Luna provocaron.

La inseguridad y la violencia criminal en México es responsabilidad del gobierno federal, principalmente. Enrique Peña Nieto no hizo nada para detenerla y el presidente Andrés Manuel López Obrador ni la ha atenuado, aunque él siempre tiene otros datos. No obstante, insisto; quienes usaron gasolina para apagar lo que en su momento todavía no era un gran incendio fueron Calderón y García Luna. Por eso necesitamos la verdad de todo lo que hicieron para entender y atender de raíz lo que nos sucede. Los exfuncionarios gringos incongruentes cargan sobre sus hombros parte de la responsabilidad de haber provocado la violencia relacionada con el narcotráfico. Sus justificaciones para no señalar a quienes deben son injustificables y con eso se maquillan para cubrir sus culpas.

Que me perdonen mis Padrinos, los hijos del Averno, por insistir tanto en el caso García Luna y Calderón y porque, ¡Chín! Otra vez usé más tinta.

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