(16 DE MAYO, 2022) Por J. Jesús Esquivel.
Secuestros de la DEA
Washington – La filtración que hizo la DEA a los medios de comunicación de los Estados Unidos sobre que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador acotó sus operaciones aéreas sobre el territorio mexicano, será un pretexto eventualmente utilizado por la dependencia extranjera para justificar su derrota ante el narcotráfico.
A los medios gringos, la Administración Federal Antidrogas (DEA) les doró la píldora de que su avión que tenía estacionado en el aeropuerto de Toluca era usado exclusivamente para acciones antinarcóticos reguladas por las limitaciones de las leyes de México para con las agencias y agentes extranjeros. Esto es una verdad a medias.
Cierto es que, con dicho avión, la DEA sobrevoló Sinaloa, Durango, Chihuahua y Sonora -entre otros estados del país- para rastrear a capos de la talla de Ismael “El Mayo” Zambada García y Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, por mencionar a dos de los más sobresalientes del narcotráfico de México. Lo mismo hizo para acompañar a funcionarios y agentes mexicanos en operativos, para investigar y presuntamente desmantelar a cárteles de la droga e incluso para transportar a criminales detenidos por ellos y por las autoridades de México. Lo que no contó la DEA a la prensa de su país fueron las ilegalidades y violaciones constitucionales y de soberanía que cometió con su aeronave.
Como ya saben, aquí en Entre calaveras y diablitos, si decimos que la burra es parda es porque tenemos los pelos en la mano.
La DEA, con el pretexto de su lucha contra el narcotráfico internacional, utilizó a su famoso avión para secuestrar y sacar de territorio mexicano a presuntos narcos de distintas nacionalidades, claro está que en preponderancia a ciudadanos mexicanos, pero también a colombianos, hondureños y panameños.
Con engaños de convertirlos en testigos protegidos a algunos, y con la colaboración de policías mexicanos en su nómina de pagos, la DEA sacó a decenas de personas de territorio mexicano sin informar al gobierno federal. Por ejemplo, un narco colombiano que hace 7 años operaba en la Ciudad de México como intermediario de narcos de su país con los mexicanos -y al que vamos a identificar con el apodo de “Junior”, por tratarse de una fuente confidencial de información a quien más adelante en un libro identificaremos con nombre y apellido- fue víctima de las artimañas de los agentes de la DEA. A “Junior”, los agentes gringos lo metieron en una maraña de mentiras y de promesas de hacerlo ciudadano estadunidense si cooperaba con ellos, traicionando a sus socios mexicanos y de Colombia. La condición que le pusieron para el perdón de sus pecados en Estados Unidos fue que les entregara su pasaporte y que no alertara a las autoridades de México sobre su salida del país.
“Junior” nos narró cómo a bordo de un automóvil con placas diplomáticas, los agentes de la DEA lo trasladaron de la Ciudad de México al aeropuerto de Toluca y antes de subirlo al avión le quitaron su pasaporte.
Al entrar la aeronave al espacio aéreo estadunidense, los agentes de la DEA le informaron a Junior que estaba acusado de narcotráfico y de inmediato fue esposado en calidad de detenido. En la actualidad, este colombiano está litigando su caso en tribunales de Estados Unidos y acusa a los agentes de la DEA de secuestro. Como “Junior” hay decenas de mexicanos y centroamericanos en Estados Unidos, algunos muy pocos sí como testigos cooperantes y otros, los más, purgando una condena en una prisión por delitos de trasiego de drogas y de lavado de dinero.
En agosto de 2012, con la cooperación pagada de la policía municipal de Ciudad de Juárez, Chihuahua, agentes de la DEA atraparon en su casa de esa ciudad a Manuel Velásquez Mascorro bajo la acusación de ser líder de una célula de narcotráfico ligada al Cártel de esa entidad fronteriza.
El plan de la DEA fue sacar ilegalmente de México -por auto o por aire si se complicaban las cosas- a Velázquez Mascorro. Un día antes de la captura o secuestro de Velázquez Mascorro, el avión de la DEA aterrizó en el aeropuerto de Ciudad Juárez. No fue necesario usar la aeronave, con pagos en dólares a funcionarios migratorios corruptos, los agentes de la DEA no tuvieron el menor inconveniente para sacar por tierra de México a Velázquez Mascorro. La Secretaría de Relaciones Exteriores mexicana se enteró del caso cuando días después la familia del secuestrado la notificó del asunto. La cancillería mexicana no hizo nada y hoy Velázquez Mascorro purga una cadena perpetua.
¡A volar con todo y chivas!
*J. Jesús Esquivel es periodista, escritor, editor y productor mexicano. Actualmente es corresponsal en Washington de Proceso y colaborador de Aristegui Noticias.