(07 DE MARZO, 2022) Por J. Jesús Esquivel.
Inseguridad más, menos homicidios
Cínico o cinicazo son adjetivos que le quedan chicos a Felipe Calderón cuando se pone a hablar de la situación de violencia e inseguridad que priva en el país. Calderón no tiene vergüenza, él detonó la bomba y transformó a México en hervidero de narcos y crimen organizado.
Sin la menor idea, cumpliendo caprichos e imposiciones de Estados Unidos y por ansiedad de legitimarse, Calderón militarizó el combate al narcotráfico y al crimen organizado que reaccionaron con actos de terror para intimidar a la sociedad y diversificaron sus actividades criminales.
Hasta el cansancio hemos narrado cómo los criminales comunes y corrientes aprovecharon el gran error de Calderón lanzando una andanada de horror decapitando, encajuelando, acribillando, colgando y deshaciendo en ácido a cuerpos de víctimas civiles inocentes y otros no tanto. De la noche a la mañana, hasta en los pueblos más tranquilos y alejados de la frontera norte del país, aparecieron Zetas para extorsionar a ciudadanos de a pie. A los rateros se les prendió el foco y usaron ese apelativo de miedo y efecto directo de la guerra lanzada por Calderón.
Los asesinatos y desapariciones de miles de mexicanos en casi toda la república no han parado, la herencia de Calderón sigue vigente.
Enrique Peña Nieto, quien prometió resolver el desastre que le dejó el expresidente panista, nadó de muertito y se dedicó a saquear a México. Andrés Manuel López Obrador, consciente y conocedor de la realidad, se comprometió a cercenar la problemática de la inseguridad y violencia regresando a los militares a los cuarteles. No lo hizo ni lo ha hecho.
Los daños causados por la irresponsabilidad de Calderón empeorados por la corrupción de la presidencia de Peña Nieto son difíciles de corregir en un año. Van ya más de tres años del sexenio de AMLO, la violencia y asesinatos no paran y es tiempo de exigir resultados.
Semana a semana, Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, en Palacio Nacional presenta gráficas que muestran una tendencia a la baja en los homicidios. Las estadísticas no necesariamente reflejan lo que ocurre en las calles de pueblos y ciudades.
A 9 años de concluido el Sexenio de la Muerte de Calderón, seguimos sin poder recuperar a ese México de libertad que nos arrebató la corrupción y la violencia relacionada con el narcotráfico y el crimen organizado.
Con horror observamos por medio de un video que circuló en las redes sociales y medios de comunicación, la ejecución de personas con armas largas de alto poder y a plena luz del día. El mensaje que querían dejar los ejecutores fue claro, conciso y cuajó pavor e impotencia.
Más allá de la recuperación de cuerpos para determinar el número de personas fusiladas, lo ocurrido en San José de Gracia, Michoacán, pone sobre relieve nuestra triste y lamentable verdad; los criminales actúan con impunidad, libertad para aterrorizarnos y dominan territorios.
Las cifras de la baja en homicidios que recopila la secretaria Rodríguez, más, menos la actualidad de inseguridad, no es una fórmula convincente de que hay una nación en sosiego.
Es tiempo de que el presidente López Obrador deje la aritmética. Urge el arresto de criminales y total combate a la impunidad que tranquilice las aguas en Michoacán, Zacatecas, Guerrero, Sonora, Estado de México, Morelos, Chihuahua, Baja California, Tamaulipas, Quintana Roo, Nayarit, Sinaloa, Coahuila, Durango, etcétera, etcétera, etcétera.
Exigir la paz y resultados prometidos no nos hace adversarios del presidente. Es un grito legítimo y desesperado porque, bueno, si aún con los homicidios a la baja los criminales son capaces de cometer actos de terror como el de San José de Gracia, qué más tendrá que soportar la ciudadanía para, como en ese México que se nos fue, poder volver a caminar con tranquilidad y armonía por calles de pueblos y ciudades.
Buscar responsables de lo que nos ocurre allende de las fronteras del país es querer tapar el sol con un dedo. Desde que Calderón echó todo a perder pasaron ya 15 años. Se enchina la piel al asumir que hay una generación de mexicanos acostumbrados a la anormalidad de la inseguridad, la violencia y a los muertos tirados en cualquier lugar.
El verdadero adversario y enemigo de México es el criminal que asesina, extorsiona, secuestra e intimida a la sociedad; no la mexicana ni el mexicano que tiene miedo y terror de ser parte de las estadísticas de las víctimas, más, menos las cifras a la baja de los homicidios.
*J. Jesús Esquivel es periodista, escritor, editor y productor mexicano. Actualmente es corresponsal en Washington de Proceso y colaborador de Aristegui Noticias.