Ya no hay memoria

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(07 DE FEBRERO, 2022) Por J. Jesús Esquivel.

 

Ya no hay memoria

 

Washington – El descaro no tiene límites y goza de aliados convenencieros para eliminar de la memoria inmediata incidentes enquistados en la cada vez más gorda carpeta de casos de impunidad.

Hace algunos años y no muchos, para mayor indignación nacional, nos enojamos y sorprendimos al ver desplegadas en las primeras planas de periódicos de circulación nacional y en redes sociales, fotografías de los presumidos hijos de Carlos Romero Deschamps. ¿Las recuerdan?

Un hijo del exdirigente del STPM y para mayor estupor también exlegislador federal -del PRI, por supuesto-, fanfarroneaba autos deportivos de importación y prohibitivos por su precio para cualquier mexicano de a pie. Observamos en imágenes a una hija del conocido y famoso líder sindical petrolero por su enriquecimiento inexplicable, jactarse de su privilegio de viajar por Europa y otros países del mundo a bordo de jets y yates privados acompañada de sus mascotas. Hasta el Solovino de Entre calaveras y diablitos sintió envidia y se puso a ladrar sus penas.

Gran indignación causó atestiguar en papel los lujos y ventajas que emanan del dinero conseguido con el sudor de la frente de miles de trabajadores de Pemex agremiados al STPRM y, que disfrutan nada más ‘el junior y la baby’ del exlíder sindicalista.

A ocho columnas y a gritos en las redes sociales, la prensa y la sociedad mexicana (en ese tiempo que, no lo es, pero ya parece remoto), exigían una investigación a fondo y con todo para que se supiera ¿quién pompó? y ¿de dónde el biyuyo para los carritos y los viajes?

Ya no queremos recordar quién prometió que si llegaba, y ya llegó, auspiciaría una averiguación para responder a las exigencias del país sobre la fortuna de Romero Deschamps y sus vástagos. El tiempo pasó y el viento borró promesas e indignación.

Al exdirigente del STPRM lo jubilaron, nadie lo investigó y sus hijos ahora cautos (ellos sí aprendieron la lección) seguirán gozando de privilegios, dinero y, como ya no hay memoria, el cuento se acabó.

Los caciques del sindicalismo al igual que los políticos del PRI, en nuestro pasado reciente fueron y son símbolos históricos de riquezas, abusos de poder y corrupción. ¿Recuerdan a Fidel Velázquez? ¡Qué van a acordarse si no hay memoria! Ese viejo lobo de las transas, decían en esos tiempos cavernícolas que hasta escogía entre los venerables priistas a quién sería el próximo saqueador en jefe del país.

Por qué toda esta verborrea, bueno, es que la semana pasada y tras la pasarela de candidatos a la dirigencia del STPRM que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, el ganón fue Ricardo Aldana. El preciso comentó que si encontrara por la calle al tal Aldana no lo reconocería. ¡Híjole! ¡Ni hablar, mujer, trais puñal!

Si uno ve a un roedor con bigotes grandes, peludo, color gris o café y con una cola larga y viviendo en tubos del drenaje, ni modo que sea una Gaviota cruzada de mexiquense; esas aves televisivas viven en Miami; no, lógico que ese animalito es una rata.

Aldana, también exlegislador federal priista, es miembro del STPRM desde hace muchos, muchos años; incursionó en el gremio desde los años 70 del siglo pasado.

 

 

Lo destacable en su carrera como dirigente obrero es que ha sido protegido y mano derecha o izquierda de Romero de Deschamps quien había desaparecido del radar político y nacional hasta la elección laboral de la semana pasada.

Inadmisible, pero cierto, algunos de los periódicos y medios de comunicación nacionales que como defensores de los intereses de la patria denunciaron la corrupción con las fotografías de opulencia inexplicable de los hijos de Romero Deschamps, ahora hasta calificaron de histórica y democrática la llegada de Aldana al mando del gremio de trabajadores petroleros.

Vaya que ya no hay memoria y para muestra el botón de las veletas periodísticas. La goma con lo que raudos borran los hechos de presunta corrupción, es la reivindicación que necesitan los corruptos y sus familiares para que sigan gozando de los dineros que, aunque sospechamos creemos saber de dónde vienen, nadie quiere investigar para no remover arenas movedizas.

 

 


*J. Jesús Esquivel es periodista, escritor, editor y productor mexicano. Actualmente es corresponsal en Washington de Proceso y colaborador de Aristegui Noticias.

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