Con su palabra no basta

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(1 DE NOVIEMBRE, 2021) Por J. Jesús Esquivel.

Washington – El gobierno de Andrés Manuel López Obrador está cansado de las promesas de la Casa Blanca de que por fin, ahora sí, hará algo para detener el tráfico ilegal de sus armas que empoderan a narcotraficantes y criminales mexicanos.

La decisión del gobierno de AMLO de congelar la aprobación del visado a 12 agentes de los 54 que tiene la DEA operando en México tomó por sorpresa a Joe Biden. Reciprocidad, es lo que quiere AMLO de Estados Unidos en la lucha contra el trasiego de drogas y en todo el ámbito de la cooperación en seguridad. El pretexto del que se agarró la Secretaría de Relaciones Exteriores para no aprobar el visado a la docena de policías antinarcóticos estadunidenses fue el caso del arresto, acusación, y eventual repatriación del exsecretario de la Sedena, el general Salvador Cienfuegos Zepeda; hecho que provocó una crisis binacional sin parangón porque sacudió a Palacio Nacional y la Casa Blanca.

Aclaremos, porque el detalle se esconde siempre Entre calaveras y diablitos; la bomba del caso Cienfuegos Zepeda explotó y el pleito se apaciguó cuando Donald Trump era el mandamás de la Casa Blanca. Biden heredó los coletazos del encontronazo y la exigencia de AMLO.

 

Si quieren la visa para los 12 agentes de la DEA, en reciprocidad y en beneficio de las dos naciones, la Casa Blanca debe dar la orden para que el Departamento de Estado apruebe la presencia en su territorio de 12 agentes de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana para atestiguar y cooperar en las acciones estadunidenses para contener el tráfico ilegal de armas gringas a México.

Décadas tenemos los mexicanos escuchando las promesas de la Casa Blanca de que ahora sí van a ayudar a México para detener el torrente de norte a sur de los arsenales producidos en su país y no cumplen. Nunca los gringos se van a dar un tiro a los pies. La industria armamentista implica miles de millones de dólares anuales y decenas de miles de plazas de trabajo.

La exigencia de AMLO de que 12 agentes mexicanos verifiquen que sus contrapartes del norte cooperan para detener el trasiego ilegal de armas, se traduce así: con su palabra no basta. Biden está contra la pared por la exigencia de AMLO. A la DEA le urge que le aprueben la visa a sus 12 agentes que no son nuevos, no; son una docena de policías que reemplazan a otra docena que ya salieron de México por jubilación, algunos, y por reasignación a otros países. La dependencia antinarcóticos estadounidense se come las uñas, a Estados Unidos están entrando drogas como nunca, sintéticas sobre todo.

Cada 24 horas mueren en promedio 255 estadounidenses por sobredosis de enervantes sintéticos, metanfetaminas y otros elaborados con fentanilo. La pandemia de opiáceos no es invento de este tecleador, es el cálculo del Centro para el Control de Enfermedades (CDC) del mismísimo gobierno gringo. Su fracaso en la guerra contra las drogas les rebota en la cara con tanto muerto. Los de ellos sí merecen un rezo, los nuestros no, y que en nuestro caso son decenas de miles cada año gracias en parte, por las armas estadounidenses con las que se cometen la mayoría de los homicidios por parte del narcotráfico, del crimen organizado y delincuentes comunes.

México no pide nada sofisticado y fuera del alcance de la mano de la Casa Blanca ni del Departamento de Estado; reciprocidad y no más. A diferencia de los de la DEA, los agentes mexicanos no harán otra cosa que cerciorarse de que las palabras se traduzcan en acciones. Los de la DEA estaban acostumbrados a meterse hasta en la cama de la PGR en la época de Marisela Morales y antes de esta exfuncionaria.

La petición mexicana implica la distribución de 11 de sus agentes entre los estados de Arizona, California y Texas, las rutas principales para el mercado negro de las armas gringas. Un agente estaría asignado a Washington como contacto con los jefes estadounidenses para coordinar e informar a México sobre los esfuerzos y acciones. “Me das y te doy”, ése es el nuevo lema de la cooperación bilateral en temas de seguridad. Reitero: la palabra de la Casa Blanca no es suficiente.

 

 


*J. Jesús Esquivel es periodista, escritor, editor y productor mexicano. Actualmente es corresponsal en Washington de Proceso y colaborador de Aristegui Noticias.

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