(27 DE SEPTIEMBRE, 2021) Por J. Jesús Esquivel.
Washington – Acostumbrado a inmolarse en sus deficiencias para atender las adicciones a todo tipo de drogas de su ciudadanía, el gobierno de Estados Unidos, escudado en los vericuetos de sus leyes, incurre a niveles de corrupción por narcotráfico sumamente deplorables.
La semana pasada, el Departamento de Estado y el del Tesoro por primera vez en poco más de dos años volvieron a mencionar el nombre del narcotraficante más poderoso de México y tal vez del mundo; Ismael el Mayo Zambada García. Fundador del Cártel de Sinaloa junto con Joaquín el Chapo Guzmán Loera, Nacho Coronel y Juan José Esparragoza Moreno el Azul. El Mayo es posiblemente el criminal que más toneladas de droga ha metido al mercado estadounidense y el más protegido por el gobierno de ese país.
La doble moral e hipocresía de la justicia estadounidense nunca había sido expuesta de manera tan burda como en el juicio contra el Chapo, en el cual el nombre del Mayo subrayó la narco corrupción de la DEA, FBI, CIA y otras agencias federales de injerencia y espionaje de Washington. Tras arroparlo durante años a cambio de las traiciones al Chapo de dos de los principales allegados al Mayo, el Departamento de Estado y Tesoro pretenden actuar en contra del narcotraficante sinaloense. En acciones acordadas -porque nada en la justicia estadounidense es casual- primero, el Departamento del Tesoro devela que Sergio Valenzuela Valenzuela, es el jefe de plaza y operador del Mayo en Nogales, Sonora y lo designa “narcotraficante significativo”.
Después, el Departamento de Estado sube de 5 a 15 millones de dólares la recompensa por información que conlleve a la ubicación y captura del Mayo. Acciones pantalla para ocultar debajo de la alfombra la corrupción y colusión del Departamento de Justicia con el “capo de capos”.
Antes de regresar al juicio contra el Chapo, dos apuntes: La designación a Valenzuela Valenzuela no implica nada, sólo que es requerido por una Corte Federal en California. Al operador del Mayo la ley estadounidense dice que por la designación le confiscarán bienes y le congelarán cuentas bancarias que tenga en Estados Unidos. El jefe de plaza del Mayo en Nogales es narco, no político mexicano; es decir, no tiene ni lo uno ni lo otro en algún territorio bajo la jurisdicción estadounidense. La recompensa por el Mayo es una falacia, el Departamento de Justicia tiene en su poder datos fidedignos que si quisiera les ayudaría a ubicar al también al “jefe de jefes” porque a detenerlo vivo; tal vez no.
Ahora sí, regreso con lo del juicio del Chapo porque Entre Calaveras y Diablitos está el detalle; como decía Cantinflas. Los Chuchos, y no los del PRD, sino otros menos corruptos, Jesús Vicente Zambada Niebla, el Vicentillo y Jesús Reynaldo Zambada García, el Rey (primogénito y hermano del Mayo y como tales su príncipe y primer lugar teniente en su fracción del Cártel de Sinaloa, respectivamente) ayudaron al Departamento de Justicia a hundir al Chapo. El compadre del Mayo fue sentenciado a cadena perpetua más otros 30 años de prisión (que después de muerto nadie sabe cómo carajos los gringos lograrían mantenerlo en el tambo).
Al Vicentillo y al Rey, antes de que los tuvieran en su poder (extraditados), Estados Unidos los catalogó de altamente peligrosos, capos de gran calaña y sumamente violentos. Pero los perdonó y los transformó en querubines para el juicio dándoles garantía de una sentencia benévola a cambio de la cabeza del Chapo Guzmán. Sentados en el banquillo de los acusadores, no de los acusados, el Vicentillo y el Rey no tuvieron empacho en culpar al Chapo de todo, incluso relatar el mayor respeto y poder que tenía y tiene el Mayo sobre Guzmán Loera en el Cártel de Sinaloa. Aquí recalco la corrupción por narcotráfico de Estados Unidos.
El Vicentillo declaró bajo juramento que a la DEA, el FBI y a las otras agencias, les dio la ubicación exacta de las casas de seguridad y ranchos, las coordenadas de las pistas clandestinas en la sierra y nombres de todos los secuaces de su padre.
– “¿Por qué entonces no lo han arrestado?”, recuerdo que le preguntó al incriminador estelar del Chapo, Eduardo Balarezo, uno de los abogados del narco sinaloense caído en desgracia.
– “Eso pregúnteles a ellos”, sonriendo, irónico y burlón le respondió el Vicentillo a Balarezo y señalando con la barbilla a los fiscales del Departamento de Justicia que se hicieron como si les hablara Dios.
*J. Jesús Esquivel es periodista, escritor, editor y productor mexicano. Actualmente es corresponsal en Washington de Proceso y colaborador de Aristegui Noticias.