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(11/06/2021).- Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En el mundo 152 millones de niños están sometidos a trabajo infantil y de ellos más de la mitad realizan labores peligrosas que ponen en riesgo su salud, seguridad y desarrollo físico, mental, social y educativo.
África se ubica en el primer lugar con 19.6 por ciento; es decir, 72 millones en términos absolutos de infantes en esa condición, seguido de la región de Asia y el Pacífico con siete por ciento (62 millones). Además, siete de cada diez se dedican a la agricultura –de subsistencia o comercial– e incluye pesca, silvicultura, ganadería y acuicultura; 17 por ciento en servicios y 12 por ciento en el sector industrial, incluida la minería.
En México, cifras de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil 2019, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, revelaron la existencia de 3.3 millones de niños y niñas, de entre cinco y 17 años quienes trabajaban y representaron 11.5 por ciento de la niñez mexicana. De ese total, dos millones desempeñaban labores peligrosas o prohibidas y no tenían la edad mínima para estas actividades, de acuerdo con los convenios, recomendaciones internacionales y la legislación nacional.
Estas cifras fueron retomadas por la Universidad Nacional Autónoma de México con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil que se conmemora el 12 de junio.
Con el tema “¡Actuar ahora: poner fin al trabajo infantil!”, Gabriela Ruiz Serrano, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), explicóque a partir estudios realizados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia “sabemos que desafortunadamente estados como Oaxaca, Puebla y Chiapas son las entidades federativas que ocupan los principales lugares de explotación laboral infantil. Nuevo León, Ciudad de México y Baja California, son quizá los estados con menos estadísticas en este tema”.
Explicó que este fenómeno se presenta principalmente en entidades donde las condiciones son precarias, niveles educativos e ingresos per cápita bajos y pobreza extrema que coloca a esta población en condiciones desfavorables. Recordó que el Protocolo de Palermo, instrumento internacional que configura la trata de personas, reconoce la explotación laboral como una forma más de este delito y se vincula a prácticas mediante las cuales los infantes son utilizados para beneficio de terceras personas.
Resalta que algunos ejemplos son el uso de sus cuerpos con fines de prostitución sexual, pornografía y el trabajo peligroso que pone en riesgo su salud como es el caso de algunas textileras donde los utilizan para cargar o hilvanar; se trata particularmente de empresas trasnacionales que se aprovechan de sus condiciones altamente precarizadas y las de sus familias.
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Con información de Comunicación UNAM
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