Porque no son “chiquitos” ni “insignificantes”: tenemos que hablar sobre machismos cotidianos – El Chamuco (Edición 407)

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Tiempo de lectura: 2 minutos

PORTADA: Ana Karenina (@Kare_ninja)

 

“Me casé contigo para mí, no para que andes enseñando”: con esas palabras, el senador de Movimiento Ciudadano, Samuel García, evidenció el machismo que políticos como él, reproducen de manera incesante todos los días, a todas horas.

Hasta que el tema se volvió Trending Topic, el político se disculpó en redes sociales y aseguró que “las bromas machistas son una mala costumbre que tenemos muchos hombres y que nos tenemos que quitar”.

“Ya me disculpé con Mariana y agradezco que me señalen este tipo de actitudes. No son correctas y tienen que parar”, agregó.

En la edición 407 de El Chamuco, Ana Karenina nos habla sobre los machismos cotidianos -como este tipo de comentarios- que en apariencia son “inofensivos”, pero en realidad esconden una constante reproducción de la violencia de género.

A veces es difícil nombrar al machismo por su nombre pues, al hacerlo, hay quienes lo encuentran “exagerado” o fuera de lugar. Y es que, en determinados contextos, la violencia verbal y emocional podría parecer menos evidente que la física. Sin embargo, es igual de lacerante y también perpetúa la violencia sistemática contra las mujeres.

Por ejemplo:

-El hacer “cumplidos” por el aspecto físico de una mujer, demeritando así su capacidad para lograr metas profesionales o académicas.

-En las cuestiones sexuales, priorizar sólo al placer masculino.

-Normalizar el mansplaining, que es interrumpir a una mujer para explicarle algo de manera condescendiente, asumiendo que u hombre tiene un mejor manejo del tema.

-Menospreciar las tareas domésticas o pensar que realizarlas es “ayudar” a las mujeres, como si esta fuera su responsabilidad inherente.

-Suponer que todas las mujeres son heterosexuales, que buscan tener una pareja o que quieren -o deben- tener hijos.

-Juzgar por la manera en la que decide vestirse o hablar.

Ana Karenina nos alerta sobre el riesgo de que estas acciones se interiorizan y se justifican como “naturales”. Incluso, en algún momento se les llamó “micromachismos”, y aunque la idea era hacer referencia a que eran “pequeñas” reproducciones de machismo, este término podría abonar a no ver el verdadero tamaño del problema. Por ello, algunas expertas prefieren llamarle “machismos cotidianos”

Porque, recuerda Karenina, no son “chiquitos” ni “insignificantes”. De poco en poco constituyen la desigualdad y reproducen la violencia de género de maneras poco visibles pero igual de perjudiciales.

Eso no quiere decir que deban pasar por alto, sino hacer un autoanálisis profundo sobre si tenemos o no ese tipo de comportamientos para luego, cambiarlos No se puede erradicar lo que no se reconoce.

 

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